LA EXPLOSIÓN DE LOS MANGOS, MOHAMMED
HANIF
Una serie de
casualidades hizo que este libro atípico llegase hasta mis manos. La edición de
Salamandra, colorida y desenfadada, unía en una misma ilustración a un militar,
un montón de mangos y varios cuervos, todo ello coronado por una gran media
luna. La promesa de lo absurdo, hizo que el comienzo me sorprendiese todavía
más: la muerte en accidente aéreo del dictador de Pakistán, Zia-ul-Haq, en
1988. Poco había de sugerente en este suceso real ocurrido más de 20 años atrás
en un país tan poco conocido.
Así me sumergí,
casi con el ceño fruncido, en este libro de apariencia confusa y poco prometedor.
Y a medida que pasaban las páginas, y tras avanzar unos capítulos, me di cuenta
de que Mohammed Hanif estaba cogiendo carrerilla para todo lo que vendría
después.
Si tuviese que
describir esta novela con un solo calificativo, diría que es una historia de
engaños, en la que el primer engañado es el lector. Un libro en el que nada es
lo que parece, ni el soldado protagonista, ni su amigo desaparecido, ni sus
superiores en el ejército. Nos movemos en la incertidumbre sobre el papel que
juega la CIA en todo este asunto, y lo mismo ocurre con los sucesos que
rodearon la muerte del padre del protagonista, un destacado militar. En toda
esta pantomima, el único que parece ocupar su lugar es un caricaturesco Bin
Laden al que, trajeado y con corbata, todos parecen ignorar, pese a su empeño
por llamar la atención.
De este modo, el
libro entero se convierte ante nuestros ojos. Ya no es un thriller político,
sino una comedia, un esperpento. Y por debajo de la farsa, Mohammed Hanif deja
entrever la cruel realidad en la que sumió a Pakistán su dictador, un hombre al
que dibuja como un loco extremista y supersticioso.
Cuando llegamos
al final, casi sin aliento, no sabremos cómo hemos llegado hasta allí. Sea como
fuere, el camino ha merecido la pena.
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