
Felicitamos a Javier García Bueno de 1ºESO por este original relato. ¡Sigue con tu tarea creativa Javier!
EL GRAN CIRCO LUNAR
Eran las tres de la mañana
cuando sonó el teléfono, era mi tío para comentarme que mañana era el gran día.
Iba a actuar en el gran circo lunar. Oh, se me había olvidaba, no me he
presentado, soy Teo Ramírez y tengo diez años. Mi familia lleva un circo,
aprovechando lo artistas que son y además, este oficio ha ido pasando de
generación en generación. Mañana, será la primera vez que actúe en un circo y
por ello tengo que ensayar tanto. Estoy agotado, pero dicen que, el
equilibrista, que soy yo, tiene que practicar una gran cantidad de horas. Pero
yo pienso que con pasar dos veces la cuerda floja, sirve.
El señor que ha realizado la
llamada era mi tío, Leopoldo Bigotes, el encargado de la halterofilia, o como
nosotros lo conocemos, el forzudo. Pero no es el único que actuará, también mi
madre, Carlota Chicle, que es la contorsionista y su marido, es decir, mi padre,
que se llama Alejandro No Lo Ves, el mago. Aunque para mí, el mejor es mi
hermano, Jorge Risi, el payaso. Porque, que sería un circo sin su payaso.
Además, está mi abuela, Lidia Malas Pulgas, la domadora con el peor humor de
todas las personas que conozco, y mira
que no son pocas. Y para finalizar, mi primo Luis Charlatán, el presentador del
circo.
Como iba diciendo, el teléfono
sonó, me tomé mi desayuno de todas las mañanas en la caravana. Me puse mi traje
para ensayar, cogí un taxi con mi madre, mi padre y mi hermano y nos fuimos a
las afueras de la ciudad, el lugar donde estaba instalada la carpa. Después de
siete horas de ensayo sin descanso, fuimos a comer a una gasolinera, ya que era
el lugar más cercano a nuestra gran carpa. Por la tarde estuvimos descasando y
ensayando más tranquilos pero sin pausa. A las nueve volvimos, nos duchamos,
cenamos a las diez ya estábamos todos en nuestras respectivas camas de la
caravana de los artistas de “El gran Circo Lunar”.
A la mañana siguiente, había
llegado el día que llevaba esperando desde hace tanto tiempo, si no os lo
creéis, podéis preguntárselo a mi madre. Bueno, continúo, que al final me voy a
convertir en Teo Charlatán, como mi primo. Faltaban 15 horas para la actuación,
estaba que casi me daba algo. Ensayamos una última vez antes de aquel evento
tan especial para mí. Comimos, nos dormimos dos horas más y empezamos a
maquillarnos, vestirnos, perfumarnos, peinarnos… Y a continuación salimos al
escenario. Luis nos fue presentando uno a uno. Primero mi padre, le siguió mi
madre, mi abuela, mi tío, mi hermano y… ¡Era mi turno! Por un momento me eché
atrás, pero vi a mi familia tan contenta y emocionada, que me vine arriba y
salí. Todos los espectadores me ovacionaron y me puse contentísimo. Subí las escaleras con
el corazón a cien, cogí el paraguas para equilibrarme con mi mano derecha y, me
dispuse a cruzar. Puse un pie, luego otro y continué con mucho estilo y empeño.
En el público se oían las voces de la gente asombrada y eso me ayudó a seguir.
Estaba llegando al final cuando el sudor de mis pies, por los nervios, hizo que
resbalara y cayese a la red. Me desanimé mucho, pero lo peor fue mi rotura de tobillo.
Todos se preocuparon mucho, y vinieron corriendo. Aunque lo más emotivo fue que
la gente se puso a aplaudir altísimo. Eso me hizo el hombre, bueno el niño más
feliz del mundo entero. Fue el día más bonito de mi vida.
Después de un tiempo me recuperé
y continuamos nuestra ruta por todo el mundo.
1 comentario:
¡Muy bien Javier! Una historia muy bien construida. Sigue disfrutando del placer de la escritura.
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