¡Felicidades a todas las madres!
Elegías de Duino
Madre, tú le hiciste, pequeño, tú fuiste quien le empezó:
para ti era nuevo: inclinaste sobre los ojos nuevos
el mundo amigo, apartando el extraño.
¿Dónde, ay, quedaron los años cuando tú, sencilla,
con tu figura esbelta atajabas el caos bullente?
Mucho, así, le escondías; el cuarto, sospechoso de noche,
lo hiciste inofensivo: de tu corazón lleno de amparo
sacaste espacio más humano para mezclar a su espacio nocturno.
No en la tiniebla, no, sino en tu existir más próximo
has puesto la candela, que lucía como por amistad.
Nunca un crujido que no explicases sonriendo,
como si hace mucho supieras cuándo el entarimado se porta así
Y escuchaba y se calmaba. Tanto lograba,
suavemente tu presencia...
Tercera elegía, Rainer Mainer Rilke
- La madre en la literatura
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